miércoles, 1 de julio de 2009

del negro al amarillo

Que es el color que tiene ahora mi culo. Después de esta temporada de intensa "doma" o, como me gusta a mí llamarlo, "adiestramiento" a lo perro, parece que puedo devolverle a mi piel su estado más o menos normal. Y digo más o menos, porque aunque mi Amo dice que no le gusta verme el culo lleno de moratones, pues yo no estoy tan segura. Creo que le encanta saborear el momento en que agarra el cane, o el cinturón y lo estrella una y otra vez sobre mis indefensas nalgas.
Casi cada noche, casi cada mañana al despertar. Le encanta prohibirme que me mire, que contemple el lienzo sobre el que desarrolla su mejor arte. Sabe que eso es imposible. Tan imposible como que me frote el lugar del golpe con las manos, tratando de aliviar el dolor.
No me gusta el dolor. Y, en fin, el castigo, ¡duele! No soy masoquista y no disfruto de la sensación de superar el umbral de mi propio aguante. Es más, si alguna vez me ha zurrado tanto que he perdido la sensibilidad, el juego se vuelve absurdo y yo me siento frustrada. Una vez nos paso, ¿recuerdas, Amo? Pero entonces estábamos empezando a conocernos de verdad y no era lo mismo. Aunque era diferentes y estaba lleno de encantos. Tantos, como los de los hoteles a los que íbamos...eran otros tiempos y otros mundos. Pero los mundos no se acaban, y es bueno conocer otros planetas....

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