domingo, 14 de junio de 2009

Un día cualquiera

Me he despertado y te he echado de menos. Voy a buscarte a la cocina, con los ojitos todavía algo cerrados por el sueño. Anoche me acosté muy tarde y todavía es temprano.
Te miro, recogiendo todos los restos de la cena de anoche con unos amigos. Esos pantalones cortos que llevas te marcan bien el culo. Me provocan y caigo en sus redes, trato de bajártelos y me riñes por no dejarte recoger tranquilo. Y como soy una esclava, no puedo evitar confesarte que anoche fumé después de que tú te acostaras. Estás tan asombrado que no me crees, pero te aseguro que es cierto. Por si acaso, me das varios azotes con la cuchara de madera -¡uf, como duele!- y me prometes 100 azotes por cada cigarrillo fumado. Por un instante, casi preferiría que creyeras que sólo es una de mis bromas. Pero no lo es y siento un escalofrío.
Quieres prepararme el desayuno, pero tengo prisa y debo irme a trabajar. Ah, debo irme con el culo bien caliente, así que me subes a "la oficina". Y de nuevo la "postura novedosa": de rodillas sobre el banco de castigo, las manos apoyadas en el suelo, las piernas abiertas y el culo bien alto. Es una posición muy incómoda y los azotes me golpean en la parte baja del culo, donde más duele.
Intentas enseñarme a no moverme cuando me estás castigando. Así que cada vez que me llevo las manos al culo para aliviar el escozor, o me muevo para evitar los azotes, vuelves a empezar. Casi nunca doy las gracias tras cada golpe, así que: vuelves a empezar. Al final, ya ni sé cuantos me he llevado. El culo me arde y está bien rojo. Listo para ser follado. Tu polla me atraviesa la carne y la siento como nunca la he sentido. Tengo el culo expuesto totalmente y a merced de todos tus caprichos. Entras y sales de mí con la naturalidad de quien entra en su propia casa. No podría vivir sin que me encularas constantemente. Es algo que necesito casi con fiereza. No me produce placer sexual, aunque me hace sentir no sólo castigada como a una puta a la que se le niega su sexo haciendola sentir sólo un objeto usado para el placer ajeno, sino que el dolor de las embestidas de tu cuerpo dentro del mío son mi símbolo más preciado de sumisión. Supongo que soy un poco fetichista del castigo al culo, porque no hay fantasía mía en la que no se me castigue a llevar dildos, plugs, vibradores inmensos....por todas partes.
Me visto y voy a trabajar. Ya no me duele el culo. Es una pena. Desearía que el castigo durara eternamente.

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